‘PRESENCIA ACTIVA. Acción, objeto y público’ se compone de obras —en su gran mayoría nuevas producciones específicas para este proyecto— que cobran significado en esta coyuntura. Performance e instalación confluyen, dentro de los espacios del museo, en un variopinto paisaje de instalaciones dinámicas activadas por los artistas y/o el público. Encontramos, de una parte, obras en las que el público adquiere un papel más pasivo, y de otra, instalaciones cuya existencia depende de su participación. También hay piezas que funcionan en ambos campos. Y en todas ellas percibimos un territorio único, un lugar entre géneros con relaciones estratificadas, poco habituales en la práctica de la instalación o de la performance pura.
La exposición reúne un total de diez intervenciones, en su gran mayoría nuevas producciones específicas para este proyecto, distribuidas por todos los espacios de la planta baja del Museo MARCO.
La exposición finaliza el 2 de septiembre de 2012.
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Todo respecto a la estructura y el modus operandi del arte de la instalación insiste en poner en valor la presencia inmediata del espectador; una insistencia que en última instancia reincorpora al sujeto (como entidad singular), sin importar lo fragmentado o disperso que sea nuestro encuentro con el arte. Más concretamente, la instalación sitúa al sujeto como componente fundamental de la obra, a diferencia del Body Art, la pintura, el cine, etc., que –por así decir– no exigen nuestra presencia física en el espacio.
Esta es la conclusión a la que llega Claire Bishop en su libro Installation Art: A Critical History, 2005. En este estudio, Bishop desarrolla una lectura del arte de la instalación desde sus comienzos en los años treinta hasta el presente, basándose en el papel que asume la presencia del espectador —ya sea física o psicológicamente— dentro de la obra.
Podemos tomar la cita anterior, y sustituir la palabra espectador por artista. También podemos cambiar performance por instalación y así, la conclusión de Bishop resulta igualmente relevante respecto al arte de acción. Solo que el sujeto, en este caso, sería el artista.
Hasta ahora, la mayor parte de la investigación sobre la performance se ha llevado a cabo a partir de su desarrollo narrativo, mientras que el estudio del arte de la instalación —como se ve en el libro de Bishop— se ha centrado en el papel del espectador, y en la medida en que este es activado por la obra.
Esta disparidad metodológica se debe a que el estudio de estas dos ramas no ha reparado suficientemente en el hecho de que la acción y la instalación, como disciplinas artísticas, son espejo una de la otra. Ambas están basadas en el mismo principio de presencia; de presencia activa. En la performance, la presencia del artista; en la instalación, la del espectador. Así, reflejadas una en la otra, instalación y acción toman direcciones opuestas pero superpuestas, creando un eje entre dos polos —el artista y el espectador— a lo largo del cual existen infinitas posibilidades de interacción. La performance se transitiviza.